La Segunda Guerra Mundial trajo demasiadas consecuencias funestas para una ciudad como Amsterdam. ¿A quién no se le viene a la memoria la terrible historia de Ana Frank?. Pero no sólo fue la comunidad judía la que lo pasó mál en la ciudad. Los bombardeos dejaron a mucha gente sin hogar, tanto que tuvieron que tomar una serie de medidas para paliar la falta de viviendas.
Una de las más llamativas, y que hoy en día se sigue manteniendo, fue las casas flotantes de Amsterdam. Ya veréis en muchos canales de la ciudad como hay enormes barcazas que sirven de vivienda. En total se cree que puede haber unas 2.500. Hoy la mayoría de ellas tienen un sentido turístico, como hoteles en Amsterdam, apartamentos y casas flotantes de alquiler.
Cuentan con uno o dos dormitorios, y tienen todos los servicios, tanto electricidad como agua corriente. En la década de los 60 y los 70 estas casas flotantes eran algo propio de los hippies, pero hoy no es extraño ver que viven en ellas jóvenes, estudiantes, parejas, y turistas.
Realmente son casas baratas, para el precio actual de la vivienda, pero hay que tener en cuenta que tiene muchos gastos de mantenimiento. Sin ir más lejos, cada tres o cuatro años pasan una revisión en los muelles de la ciudad, además de tener que pagar los impuestos típicos de cualquier vivienda en Amsterdam. Eso sí, a estas alturas no podéis llegar con vuestro propio barco a vivir, ya que no se permiten más casas flotantes de las que ya hay.
Es curioso cómo estas casas flotantes han pasado en unas décadas de albergar a los más pobres de la ciudad, que no tenían dinero para comprarse una casa, a aquellos románticos de vida bohemia, que casi tienen que pagar más que si tuvieran una vivienda en la ciudad.
Si no tenéis la intención de hospedaros en una de estas casas flotantes, pero queréis visitar una de ellas, podéis acercaros hasta el House Boat Museum, una casa flotante situada en el 296 de Prinsengracht que os mostrará cómo se vive en una de estas embarcaciones. Tal vez desde fuera resultan muy pintorescas, pero hay que acostumbrarse un poco. Eso sí, están amarradas, no creáis que van a la deriva por los canales.